Cuando el entrenamiento para quedarse solo no funciona

El entrenamiento para quedarse solo es un proceso exigente en el que es habitual encontrarse con situaciones donde las prácticas no salen como se esperaba. Por ejemplo, al perro puede resultarle difícil descansar durante el ejercicio, podría empezar a dirigirse hacia la puerta para esperar el regreso de su humano, o pueden aparecer otras señales claras de estrés y/o inquietud durante el entrenamiento. En cierta medida, las oscilaciones en el nivel de rendimiento son una parte normal del proceso: un corredor tampoco puede batir su propio récord día tras día. Del mismo modo que para mejorar en la carrera no basta con hacer series rápidas, sino que también hay que entrenar la base y realizar actividades de recuperación, lo mismo aplica al entrenamiento para quedarse solo.

perro tumbado sobre un cojín en el suelo

En este tipo de entrenamiento es fundamental que los ejercicios se realicen siempre por debajo del umbral de reacción del perro, de modo que no aparezca estrés en absoluto durante las prácticas. Es necesario aligerar temporalmente la exigencia en cuanto surjan dificultades y reflexionar sobre las causas de la inquietud para poder reaccionar de la mejor manera posible. Pueden influir uno o varios factores, y las posibles causas de los problemas abarcan desde la técnica de entrenamiento hasta aspectos relacionados con el bienestar del perro.

Retos de salud

Con demasiada frecuencia, los problemas de salud influyen en las dificultades para quedarse solo y no se detectan hasta que el entrenamiento deja de progresar según lo planificado. Por lo general, conviene evaluar la salud del perro antes de iniciar el entrenamiento o, como muy tarde, al comenzarlo. A veces, un problema de salud se agrava justo durante la fase de entrenamiento; en ese caso, los cambios en la salud del perro pueden reflejarse, por ejemplo, en que un ejercicio que antes iba bien deje de funcionar.

perro durante una consulta en la clínica veterinaria

Entre otras causas, los problemas relacionados con la alimentación, las inflamaciones o las enfermedades intestinales suelen provocar variaciones en la capacidad de quedarse solo y, por tanto, obligan a revisar el nivel adecuado de entrenamiento. En algunas situaciones, no es viable entrenar hasta que el estado del perro mejore, ya que muchas enfermedades afectan la capacidad del animal para afrontar el proceso de desensibilización por motivos fisiológicos (incluyendo causas neurológicas y hormonales), así como por los efectos psicológicos que conllevan.

Aunque no se hayan detectado problemas de salud, observar el comportamiento y el lenguaje corporal del perro puede darte indicios sobre su estado físico y bienestar. Piensa en el último mes: ¿tu perro come siempre bien y con gusto? ¿Duerme lo suficiente (al menos 14 horas al día)? ¿Sus heces son consistentes y su aparato digestivo funciona con regularidad? Si el perro sufre una enfermedad aguda, como diarrea, no conviene entrenar en absoluto; así evitarás que asocie la sensación de malestar con los ejercicios y estos se vuelvan desagradables. Un problema de salud agudo también puede afectar al sistema nervioso y a la fisiología del animal, impidiendo el entrenamiento o provocando un efecto contrario al deseado: un ejercicio que normalmente desensibilizaría al perro frente a la soledad podría terminar sensibilizándolo más y haciendo que la experiencia resulte cada vez más negativa. Aunque los síntomas no permitan identificar claramente un problema físico, si el entrenamiento se vuelve difícil, siempre es recomendable que un veterinario competente revise al perro para descartar necesidades médicas no atendidas que estén bloqueando el proceso.

Cambios en la vida diaria

Todo lo que ocurre en la vida del perro influye en su capacidad de rendimiento, y a veces la carga general que soporta es mayor de lo habitual. Si un entrenamiento que antes iba bien se ha complicado recientemente, conviene plantearse si han cambiado vuestras rutinas cotidianas. Después de un fin de semana en el campo lleno de actividad y estímulos, la carga sobre el sistema nervioso puede ser muy elevada y, al contrario de lo que a menudo se piensa, un perro cansado puede reaccionar con más facilidad durante los entrenamientos (tener "la mecha más corta"). La causa radica en el funcionamiento hormonal, sobre el que influyen tanto los acontecimientos estimulantes positivos como los negativos: dormir poco durante las vacaciones, carreras repetidas a toda velocidad, más paseos sueltos de lo habitual o juegos con perros amigos. Tras las vacaciones también puede haberse perdido la rutina, por lo que podría ser necesario retomar las prácticas desde un nivel más fácil.

Las actividades deportivas muy excitantes producen disfrute, pero también aceleran el metabolismo de las hormonas del estrés; es decir, aumentan la carga global del perro y reducen el umbral para que aparezcan reacciones de estrés. Además de los escenarios muy estimulantes, también influyen otros cambios diarios: un viaje de trabajo de su tutor principal o una semana laboral muy ajetreada pueden haber modificado cómo se cubre el “presupuesto de tiempo social” del perro. En estas situaciones, la prioridad es intentar restablecer las rutinas cotidianas y apoyar la recuperación del perro asegurando suficiente descanso y una oferta adecuada de estímulos ambientales. Dos días de descanso sin entrenamiento a la semana son obligatorios en el trabajo de ansiedad por separación; además, el ejercicio y las actividades diarias deben mantenerse en un nivel que fomente el bienestar sin añadir cansancio excesivo ni sobreexcitación.

Irregularidades en la rutina de entrenamiento

Una sesión de entrenamiento puede volverse de repente mucho más difícil si ocurre algo fuera de lo normal. Llevar un diario de entrenamiento te ayuda a entender qué es típico en las prácticas desde el punto de vista del perro.

mujer escribiendo en un diario de entrenamiento

Puedes comparar las sesiones actuales con las anteriores y analizar qué tienen en común las prácticas exitosas y las que no lo son. Por ejemplo, ¿la sesión del día se ha hecho a una hora distinta? ¿El entrenamiento resulta más difícil con otra persona de la familia? ¿Ha ocurrido algo antes del ejercicio que haya aumentado la carga del perro, como la salida de otra persona poco antes? ¿Se han añadido recientemente señales de salida (pre-señales) o se ha reducido el número de repeticiones de calentamiento?

Los problemas también pueden deberse a trabajar demasiados aspectos a la vez: por ejemplo, no conviene introducir las señales de salida y, al mismo tiempo, eliminar el calentamiento o intentar alargar las ausencias.

Nivel adecuado de entrenamiento y planes de trabajo

Además de los posibles problemas de salud ocultos, la causa más habitual de las dificultades es una técnica de entrenamiento deficiente: es muy fácil trabajar en un nivel demasiado difícil, repetir las sesiones de forma muy similar o haber hecho muy pocos ejercicios fáciles. Es comprensible que, cuando se necesitan resultados con urgencia, el instinto nos lleve a querer practicar precisamente aquello que cuesta. Sin embargo, en este entrenamiento es más importante trabajar lo que resulta fácil, tal como ocurre en el entrenamiento deportivo: repetir sesiones que resultan, aunque sea ligeramente, demasiado difíciles ralentiza el aprendizaje e incluso puede impedir el avance.

Cuando el nivel es el adecuado, las prácticas se realizan siempre dentro de la zona de confort del perro. Se debe variar la duración de los ejercicios en los momentos oportunos, alternando repeticiones y sesiones fáciles, de nivel medio y de nivel más exigente. Las prácticas más difíciles conviene hacerlas solo una vez por semana, mientras que el resto deberían ser de nivel medio, fáciles y muy fáciles. También es vital graduar el entrenamiento: si se trabaja de forma demasiado rígida y predecible, el perro puede aprender a anticipar la duración. Las semanas no deberían tener siempre la misma estructura y, del mismo modo, el número y orden de las repeticiones de calentamiento deben variar a diario. Definir el nivel correcto y elaborar planes de trabajo eficaces y seguros es una tarea meticulosa y compleja, en la que la ayuda de un profesional suele ser indispensable.

Lista de comprobación (Checklist) para problemas en el entrenamiento

  • Verifica que el entrenamiento se haya realizado únicamente dentro de la zona de confort de tu perro. Nunca entrenes si el perro está estresado.
  • Revisa las sesiones realizadas y asegúrate de haber practicado más ejercicios fáciles que aquellos cercanos al límite de su capacidad.
  • Comprueba que no repites el mismo patrón día tras día. Las sesiones deben diferenciarse claramente entre sí; por ejemplo, las repeticiones no deberían seguir siempre el mismo orden.
  • Analiza la estructura de tus prácticas: ¿se trabaja realmente solo un aspecto a la vez? Además de la propia salida, es recomendable incluir como máximo una señal de salida por sesión hasta que esté consolidada, para evitar que los estímulos se acumulen de forma inadvertida y terminen poniendo nervioso al perro de repente.
  • Asegúrate de que el perro tenga días libres. Cada perro necesita dos días a la semana sin entrenamiento, preferiblemente consecutivos.
  • Examina vuestro historial reciente. ¿Has aligerado las prácticas u ofrecido descanso extra en cuanto tu perro mostró dudas, o sin querer lo has llevado a ejercicios demasiado exigentes (o demasiado pronto tras una mala experiencia)?
  • Reflexiona sobre las rutinas diarias: ¿ha habido grandes cambios en su vida o, por ejemplo, ha cambiado la hora del entrenamiento?
  • Valora si las prácticas funcionan igual de bien con cada miembro de la familia o si distintas personas necesitan niveles de dificultad diferentes.
  • Piensa en lo ocurrido los últimos días. ¿Ha llevado el perro una vida muy activa con altos niveles de hormonas de estrés (correr mucho e intensamente, juegos bruscos, situaciones de miedo)? Si su vida ha sido estresante, ya sea en positivo o negativo, dale varios días de recuperación antes de reanudar el entrenamiento.
  • Mantén siempre una mirada crítica sobre su salud: ¿es posible que algo haya pasado desapercibido?

Para terminar

No conviene sacar conclusiones sobre la capacidad futura del perro basándose en una sola sesión fallida, por muy dura que parezca la situación. El sistema nervioso del perro suele recuperarse bien; lo crucial es que los ejercicios difíciles no se repitan una y otra vez. Concédete a ti y a tu perro un par de días de descanso y retoma las prácticas en un nivel fácil que sepas seguro que saldrá bien. Haz varias sesiones fáciles seguidas para comprobar que el éxito se mantiene y no es algo puntual. Después podrás empezar a aumentar la dificultad poco a poco, intercalando prácticas más exigentes entre otras más sencillas.

Si las dificultades persisten, siempre es recomendable contactar con un adiestrador especializado en ansiedad por separación. Con el apoyo de un profesional experimentado y buenas estrategias, se pueden superar incluso las fases más complicadas del proceso.

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